02 DE JUNIO DE 2025, MÉXICO
El pasado 1 de junio, México celebró su primera elección judicial, en la que los ciudadanos votaron directamente por jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial. Esta iniciativa, promovida como parte de un proceso de democratización institucional, se convirtió en un hecho histórico en América Latina.

Una iniciativa “popular” que nadie entendió
La gran mayoría de los votantes se enfrentó a boletas extensas, con nombres desconocidos y sin información suficiente. Activistas y analistas acusaron falta de transparencia y ausencia de una campaña informativa real. “Se esperaba que el pueblo eligiera, pero ni siquiera sabía por qué ni a quién”, señalaron desde organizaciones civiles.
Gobierno festeja, oposición lo llama «una excusa«
Mientras la Secretaría de Gobernación defendió el proceso como un éxito relativo, líderes de la oposición lo calificaron como “una farsa electoral vestida de democracia”. Para muchos, el verdadero objetivo de la elección era construir legitimidad política, no mejorar la impartición de justicia.
El peligro de jugar con la justicia
Varios juristas advirtieron que elegir jueces con tan baja participación puede comprometer la imparcialidad judicial. En lugar de empoderar al ciudadano, se corre el riesgo de legitimar decisiones tomadas por una minoría, manipulables y vulnerables ante intereses partidistas.
¿Democracia o estrategia electoral?
Cuando las reformas institucionales priorizan la narrativa sobre el contenido, la democracia pierde fuerza. La elección judicial pudo haber sido una oportunidad histórica, pero su ejecución terminó evidenciando el uso político del aparato electoral. Y eso, en cualquier régimen, es una señal preocupante.