Tijuana, 30 de septiembre de 2025
El reciente paso del cometa interestelar 3I/ATLAS por el sistema solar ha generado un intenso debate en la comunidad científica: ¿se trata de un cometa natural y extraordinario o de un posible artefacto de origen tecnológico alienígena? La controversia se disparó tras las sugerencias del astrofísico Avi Loeb, quien planteó la posibilidad de que el objeto esté vinculado a la histórica «Señal Wow!» detectada en 1977, un tema que ha sacudido tanto la ciencia como la imaginación popular.
La detección del 3I/ATLAS fue posible gracias a la tecnología del Observatorio Rubin. La información reunida hasta el momento revela que este visitante cósmico es único. Posee una masa de más de 33 mil millones de toneladas y un núcleo sólido de al menos 5 kilómetros de diámetro, además de una velocidad de 210,000 km/h que confirma que no está sujeto a la gravedad del Sol. El cometa también presenta un rasgo químico poco común, con una proporción elevada de dióxido de carbono frente al agua en su composición, circunstancia rara entre los cometas conocidos.
El astrónomo Avi Loeb, famoso por sus teorías sobre tecnología extraterrestre, planteó que el cometa podría ser un «artefacto tecnológico con inteligencia activa». Sus argumentos incluyen la baja aceleración no gravitatoria, cierto «alineamiento orbital preciso» y la detección de níquel sin hierro, que asocia a posibles aleaciones industriales. La hipótesis más llamativa de Loeb sugiere que la coincidencia de la posición del cometa en el cielo con la histórica «Señal Wow!» de 1977—una señal de radio de una potencia similar a la de una central nuclear—podría no ser una simple casualidad, aunque no se ha detectado ninguna señal de radio actual procedente del objeto.
Sin embargo, otros expertos han condenado duramente la hipótesis de Loeb, calificándola de «disparate» e «insulto» al trabajo de los astrónomos. La gran mayoría de la comunidad científica mantiene un diagnóstico más realista: 3I/ATLAS se comporta como un cometa expulsado de otro sistema solar. Estudios muestran que el objeto desarrolla coma y cola, libera polvo y gas, y su respuesta a la radiación solar coincide con la de los cometas clásicos, por lo que el responsable de cuerpos menores en la NASA, Tom Statler, concluye: “Parece un cometa. Hace cosas de cometas”.
La trascendencia del 3I/ATLAS va más allá de las teorías alienígenas, impulsando investigaciones sobre su papel en la formación de planetas. Investigadoras como Susanne Pfalzner y Michele Bannister han planteado que estos objetos interestelares podrían acelerar la formación de planetas gigantes, actuando como auténticas “semillas planetarias” que coleccionan material a su paso y ayudan a construir nuevos mundos, lo que reafirma la importancia del cometa para la astronomía y la comprensión del cosmos.
